Diofanor Rodríguez CPP
El mundo vive un proceso de globalización, que se ha extendido y que se consolida cada día en casi todos los campos de la actividad humana. Uno de estos campos, lamentablemente, es el de los crímenes y delitos, que pueden pasar de un lugar a otro sin muchas dificultades.
Habitamos en un planeta que experimenta tendencias crecientes hacia la liberalización de normas, fronteras abiertas y movimiento intensificado de personas, dinero, bienes y servicios. En esta “aldea global”, la tecnología de alto nivel salta cada vez con mayor dinamismo las barreras tradicionales de espacio, tiempo y distancia. Ciertamente, junto con los beneficios de la misma, un lado poco deseable de la “aldea global” es un universo que también se ha convertido en un oasis mundial de delincuencia. Esta internacionalización ayuda a que las organizaciones de tráfico de drogas y de piratería tengan una mejor capacidad para operar en un ámbito relativamente libre de normas y, como consecuencia, obtienen formas de conseguir, amasar y legalizar enormes fortunas.
Como parte de este sistema, sin proponérnoslo ó quizás sin saberlo, los ciudadanos contribuimos al fortalecimiento de la delincuencia. Por ejemplo, cada vez que nosotros adquirimos un producto pirata en el mercado callejero, estamos ayudando a financiar a muchos grupos al margen de la ley, ya sea delincuencia común, organizada, guerrillas y paramilitares.
El fenómeno inicia por que muchas de las personas que contribuyen en la venta de productos ilegales y que son los vendedores callejeros no poseen un trabajo estable y ven en este negocio la posibilidad de lograr un dinero para el sustento de sus familias. Sumado a esto, la laxitud de las normas o en muchos casos la falta de ellas, se convierte en incentivo para continuar en un negocio que en cifras mundiales es uno de los más lucrativos, al punto que la compra de armas y explosivos utilizados por muchos grupos terroristas son solventados o financiados a través de esta clase de negocios.
Es importante mencionar que cuando uno adquiere un producto pirata renuncia a muchas de las características del producto original y una de esas características, y quizás la más importante, es la garantía de ese producto, que en múltiples ocasiones se ve afectada, sin que exista la más remota posibilidad de lograr la reparación o devolución del dinero por los daños o perjuicios ocasionados.
Con el Internet se ha facilitado la situación a los piratas de música, software y obras literarias, pues la consecución de estos elementos a través de esta “autopista de la información”, disminuye de forma ostensible los costos de producción de un artículo pirata, que lo hace enormemente atractivo para su compra por parte del público y que permite que muchas personas participen, con el argumento de tener un trabajo, que realmente resulta ser un subempleo de baja calidad.
Lo que no es visible en este mercado, es el impacto colateral sobre la economía, pues la producción, comercialización y compra de productos ilegales perjudica a todas las empresas y personas que hacen posible obtener un producto legal. Ello realmente genera un incremento del desempleo, pues muchas industrias han tenido que declararse en bancarrota dejando sin empleo formal y adecuadamente remunerado a una gran cantidad de personas en el mundo.
Las bandas dedicadas a la creación de mafias en este rubro generalmente están concebidas con los siguientes elementos:
1. El cerebro de la organización: que son los que se ingenian un negocio a partir de la adulteración y falsificación total del artículo o su copia grotesca sin respetar los derechos de autor, las marcas registradas o sus patentes.
2. Un recinto: lugar donde se realiza la fabricación, adulteración o la copia de los elementos en mención.
3. El canal de Comercialización: lo hacen a través de los “rebuscadores” o personas que buscan su sustento mediante el porcentaje que estas mafias ofrecen por la venta de uno de sus artículos. Incluso, algunos ya tienen sus sitios de Internet donde comercializan los artículos y los pagos los realizan mediante el dinero plástico.
Las personas dedicadas a la seguridad en las organizaciones debemos contribuir a evitar la proliferación de los compradores de este tipo de artículos piratas, mediante la consientización de las personas en nuestras empresas, familia y amigos, con información y campañas que expliquen el por que no se deben comprar este tipo de artículos, con el fin de desestimular su adquisición, a través de la educación del consumidor final. De hecho, no sería muy productivo hablar de combatir un delito de talla mundial cuando no hacemos nada por cambiar la percepción de los consumidores finales. Lógicamente para influir en ese consumidor final se necesita poseer razones de ganancia y valores agregados, que conlleven a los compradores a tener una actitud correcta, que muchas veces resulta cuestionada y enfrentada al poder adquisitivo de las personas, que todos los días es menor.
En este contexto, debemos mencionar que muchas de las cosas que hacen atractivo un lugar o país para convertirlo en centro de operaciones de las mafias transnacionales, es quizás la condición de país en vía de desarrollo y su alto grado de pobreza. Estos son espacios en donde muy seguramente se encontrarán nichos de mercado para cuanta cosa se le ocurra al delincuente, teniéndose como ejemplos la venta de auto partes que provienen de la creciente industria del hurto de vehículos y el robo y venta de la propiedad intelectual. Como dicen los expertos, el caldo de cultivo esta dado para que proliferen este tipo de negocios al margen de la ley.
La verdad, en mi opinión, es que cada día se hace más difícil el prevenir los crímenes y delitos en nuestra profesión, pero el reto esta ahí. Se necesita de la participación de los estados en el endurecimiento de las penas por este tipo de delitos, pues en muchos lugares del mundo las penas son irrisorias, lo que contribuye de forma activa a que el delinquir sea un negocio de muchos millones dólares.
Finalizó diciendo que en gran parte el aumento de la piratería se debe a la falta de conciencia ciudadana. Esto se logra a través de campañas que abarquen temas de interés social, educativo, medio ambiente, salud, deportivo y conducta cívica, todos los esfuerzos tendientes a lograr culturizar y hacer participe al factor humano en la solución de un problema de tipo transnacional, siempre serán pocos toda vez que constantemente existirá quienes quieran a tentar contra la estabilidad de las naciones en todo el mundo.
El mundo vive un proceso de globalización, que se ha extendido y que se consolida cada día en casi todos los campos de la actividad humana. Uno de estos campos, lamentablemente, es el de los crímenes y delitos, que pueden pasar de un lugar a otro sin muchas dificultades.
Habitamos en un planeta que experimenta tendencias crecientes hacia la liberalización de normas, fronteras abiertas y movimiento intensificado de personas, dinero, bienes y servicios. En esta “aldea global”, la tecnología de alto nivel salta cada vez con mayor dinamismo las barreras tradicionales de espacio, tiempo y distancia. Ciertamente, junto con los beneficios de la misma, un lado poco deseable de la “aldea global” es un universo que también se ha convertido en un oasis mundial de delincuencia. Esta internacionalización ayuda a que las organizaciones de tráfico de drogas y de piratería tengan una mejor capacidad para operar en un ámbito relativamente libre de normas y, como consecuencia, obtienen formas de conseguir, amasar y legalizar enormes fortunas.
Como parte de este sistema, sin proponérnoslo ó quizás sin saberlo, los ciudadanos contribuimos al fortalecimiento de la delincuencia. Por ejemplo, cada vez que nosotros adquirimos un producto pirata en el mercado callejero, estamos ayudando a financiar a muchos grupos al margen de la ley, ya sea delincuencia común, organizada, guerrillas y paramilitares.
El fenómeno inicia por que muchas de las personas que contribuyen en la venta de productos ilegales y que son los vendedores callejeros no poseen un trabajo estable y ven en este negocio la posibilidad de lograr un dinero para el sustento de sus familias. Sumado a esto, la laxitud de las normas o en muchos casos la falta de ellas, se convierte en incentivo para continuar en un negocio que en cifras mundiales es uno de los más lucrativos, al punto que la compra de armas y explosivos utilizados por muchos grupos terroristas son solventados o financiados a través de esta clase de negocios.
Es importante mencionar que cuando uno adquiere un producto pirata renuncia a muchas de las características del producto original y una de esas características, y quizás la más importante, es la garantía de ese producto, que en múltiples ocasiones se ve afectada, sin que exista la más remota posibilidad de lograr la reparación o devolución del dinero por los daños o perjuicios ocasionados.
Con el Internet se ha facilitado la situación a los piratas de música, software y obras literarias, pues la consecución de estos elementos a través de esta “autopista de la información”, disminuye de forma ostensible los costos de producción de un artículo pirata, que lo hace enormemente atractivo para su compra por parte del público y que permite que muchas personas participen, con el argumento de tener un trabajo, que realmente resulta ser un subempleo de baja calidad.
Lo que no es visible en este mercado, es el impacto colateral sobre la economía, pues la producción, comercialización y compra de productos ilegales perjudica a todas las empresas y personas que hacen posible obtener un producto legal. Ello realmente genera un incremento del desempleo, pues muchas industrias han tenido que declararse en bancarrota dejando sin empleo formal y adecuadamente remunerado a una gran cantidad de personas en el mundo.
Las bandas dedicadas a la creación de mafias en este rubro generalmente están concebidas con los siguientes elementos:
1. El cerebro de la organización: que son los que se ingenian un negocio a partir de la adulteración y falsificación total del artículo o su copia grotesca sin respetar los derechos de autor, las marcas registradas o sus patentes.
2. Un recinto: lugar donde se realiza la fabricación, adulteración o la copia de los elementos en mención.
3. El canal de Comercialización: lo hacen a través de los “rebuscadores” o personas que buscan su sustento mediante el porcentaje que estas mafias ofrecen por la venta de uno de sus artículos. Incluso, algunos ya tienen sus sitios de Internet donde comercializan los artículos y los pagos los realizan mediante el dinero plástico.
Las personas dedicadas a la seguridad en las organizaciones debemos contribuir a evitar la proliferación de los compradores de este tipo de artículos piratas, mediante la consientización de las personas en nuestras empresas, familia y amigos, con información y campañas que expliquen el por que no se deben comprar este tipo de artículos, con el fin de desestimular su adquisición, a través de la educación del consumidor final. De hecho, no sería muy productivo hablar de combatir un delito de talla mundial cuando no hacemos nada por cambiar la percepción de los consumidores finales. Lógicamente para influir en ese consumidor final se necesita poseer razones de ganancia y valores agregados, que conlleven a los compradores a tener una actitud correcta, que muchas veces resulta cuestionada y enfrentada al poder adquisitivo de las personas, que todos los días es menor.
En este contexto, debemos mencionar que muchas de las cosas que hacen atractivo un lugar o país para convertirlo en centro de operaciones de las mafias transnacionales, es quizás la condición de país en vía de desarrollo y su alto grado de pobreza. Estos son espacios en donde muy seguramente se encontrarán nichos de mercado para cuanta cosa se le ocurra al delincuente, teniéndose como ejemplos la venta de auto partes que provienen de la creciente industria del hurto de vehículos y el robo y venta de la propiedad intelectual. Como dicen los expertos, el caldo de cultivo esta dado para que proliferen este tipo de negocios al margen de la ley.
La verdad, en mi opinión, es que cada día se hace más difícil el prevenir los crímenes y delitos en nuestra profesión, pero el reto esta ahí. Se necesita de la participación de los estados en el endurecimiento de las penas por este tipo de delitos, pues en muchos lugares del mundo las penas son irrisorias, lo que contribuye de forma activa a que el delinquir sea un negocio de muchos millones dólares.
Finalizó diciendo que en gran parte el aumento de la piratería se debe a la falta de conciencia ciudadana. Esto se logra a través de campañas que abarquen temas de interés social, educativo, medio ambiente, salud, deportivo y conducta cívica, todos los esfuerzos tendientes a lograr culturizar y hacer participe al factor humano en la solución de un problema de tipo transnacional, siempre serán pocos toda vez que constantemente existirá quienes quieran a tentar contra la estabilidad de las naciones en todo el mundo.
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